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Intermediate2025-02-27

Catedral antigua: un viaje en el tiempo

Un viaje a través del tiempo y la fe

Catedral antigua: un viaje en el tiempo

En el año 1580, la construcción de la Catedral de Santiago comenzó. Era un tiempo diferente, un tiempo de exploradores y grandes sueños. Yo me llamo Sofía, y siempre me ha gustado la historia de esta catedral. Mi abuelo, antes de morir, me contó muchas historias sobre ella. Ahora, estoy aquí, frente a sus grandes puertas de madera. El sol brilla y hace que las piedras antiguas parezcan doradas. Quiero imaginar cómo era antes, cómo vivían las personas que la construyeron.

Entro en la catedral. El aire es fresco y huele a incienso y madera vieja. La luz entra por las ventanas de colores, pintando el suelo con dibujos brillantes. Camino lentamente, tocando las columnas de piedra. Pienso en los canteros, los hombres que trabajaron duro para construir este lugar. Ellos picaban la piedra con sus manos, día tras día. Imagino sus rostros, sus ropas sucias de polvo, pero también sus sonrisas cuando veían que la catedral crecía.

Primero, hicieron los cimientos. Cavaron profundo en la tierra, poniendo las primeras piedras. Era un trabajo muy duro. Después, comenzaron a construir las paredes. Las piedras eran muy pesadas, y necesitaban usar cuerdas y poleas para subirlas. Los arquitectos, con sus planos y reglas, dirigían el trabajo. Ellos sabían cómo hacer que la catedral fuera fuerte y hermosa.

Cada día, más personas se unían al proyecto. Algunos eran carpinteros, otros herreros, otros artistas. Todos trabajaban juntos, con un mismo objetivo: construir un lugar sagrado para la ciudad. Los carpinteros hicieron el techo de madera, fuerte y resistente. Los herreros hicieron las puertas y las rejas de hierro, protegiendo la catedral. Los artistas pintaron las paredes y los techos con colores brillantes, contando historias de la Biblia.

Recuerdo las palabras de mi abuelo: "Sofía, cada piedra de esta catedral tiene una historia que contar". Y es verdad. Miro las paredes, los altares, las esculturas. Cada detalle tiene un significado. Pienso en las personas que venían aquí a rezar, a buscar consuelo, a celebrar. La catedral era el corazón de la ciudad, un lugar de encuentro y esperanza.

Un día, hubo una gran fiesta. La catedral estaba terminada. Todos estaban felices y orgullosos. El obispo la bendijo, y la gente cantó y bailó. Fue un día inolvidable. Pero la catedral no era solo un edificio. Era también un símbolo de fe y comunidad. Un lugar donde las personas podían encontrar paz y amor.

Ahora, camino hacia el altar mayor. Es muy grande y dorado. Pienso en las ceremonias que se han celebrado aquí, en las bodas, los bautizos, los funerales. La catedral ha sido testigo de muchos momentos importantes en la vida de las personas. Veo a una señora mayor sentada en un banco, rezando. Su rostro está lleno de paz. Me siento a su lado y cierro los ojos. Siento la energía de este lugar, la conexión con el pasado.

Después, subo a la torre. Las escaleras son de piedra, y están un poco gastadas por el tiempo. Pero la vista desde arriba es increíble. Puedo ver toda la ciudad, las casas, las calles, el río. El sol brilla y hace que todo parezca aún más hermoso. Me siento como si estuviera volando. Respiro hondo y disfruto del momento.

Desde la torre, veo el mercado. La gente compra y vende frutas, verduras, flores. Los niños corren y juegan. La vida sigue su curso, como siempre. Pero la catedral sigue ahí, vigilando la ciudad, recordando a todos que hay algo más grande que nosotros mismos. Algo que nos une y nos da esperanza. La catedral es un faro, una luz en la oscuridad.

Bajo de la torre y salgo de la catedral. El sol ya no brilla tanto, y el aire se ha vuelto más fresco. Miro hacia arriba y veo las torres, las esculturas, las ventanas de colores. Me siento agradecida de haber podido visitar este lugar mágico. Me llevo conmigo un pedazo de su historia, un recuerdo que guardaré para siempre.

Cuando salgo, veo a un grupo de niños jugando en la plaza. Se ríen y corren alrededor de la fuente. Me recuerdan a los niños que jugaban aquí hace siglos, antes de que la catedral fuera construida. La vida es un ciclo, un continuo ir y venir. Pero la catedral permanece, como un testigo silencioso del paso del tiempo. Un lugar donde el pasado y el presente se encuentran. Al día siguiente, la vida en la ciudad continuó. Pero para mí, algo había cambiado. Ya no veía la catedral como un simple edificio antiguo. Ahora, la veía como un ser vivo, con su propia historia y personalidad. Sabía que tenía que aprender más sobre ella, sobre su gente, sobre sus secretos. Decidí visitar el archivo de la ciudad. Quería encontrar documentos antiguos, planos, cartas, cualquier cosa que me pudiera contar más sobre la construcción de la catedral. La bibliotecaria, una señora amable con gafas, me ayudó a buscar. Pasé horas leyendo documentos polvorientos, descifrando letras antiguas. Descubrí nombres de arquitectos, canteros, artistas que habían dedicado su vida a la catedral. Leí historias de amor, de fe, de sacrificio. Cada documento era una pieza de un rompecabezas que me ayudaba a entender mejor la catedral.

Encontré un diario de un cantero llamado Mateo. Mateo escribió sobre su trabajo, sus sueños, sus miedos. Contó cómo era trabajar en la catedral, cómo se sentía al picar la piedra, cómo se maravillaba al verla crecer. Mateo amaba la catedral. Para él, no era solo un trabajo, era una vocación. Él creía que estaba construyendo algo que duraría para siempre, algo que inspiraría a las generaciones futuras. Leí sobre las dificultades que enfrentaron. Hubo tormentas que destruyeron parte de la construcción, hubo enfermedades que se llevaron a muchos trabajadores. Pero a pesar de todo, siguieron adelante. Su fe era más fuerte que cualquier obstáculo. También encontré cartas de los arquitectos, discutiendo sobre el diseño de la catedral. Algunos querían que fuera más alta, otros más ancha. Pero al final, siempre llegaban a un acuerdo. Querían que la catedral fuera perfecta, un reflejo de la gloria de Dios.

Un día, encontré un mapa antiguo que mostraba la ubicación de una cripta secreta debajo de la catedral. La cripta, según el mapa, contenía los restos de los fundadores de la ciudad. Decidí investigar. Con la ayuda del sacristán, un hombre anciano que conocía todos los rincones de la catedral, encontré la entrada secreta a la cripta. Era un pasadizo estrecho y oscuro, lleno de polvo y telarañas. Con una linterna, me adentré en la cripta. El aire era frío y húmedo. Podía oler la tierra y la piedra vieja. Encontré tumbas de piedra con inscripciones en latín. Leí los nombres de los fundadores de la ciudad, hombres y mujeres valientes que habían luchado por construir una nueva vida en esta tierra. Sentí una conexión con ellos, un respeto por su legado. Dentro de una urna, encontré un pergamino. El pergamino contenía un mensaje de los fundadores de la ciudad. En el mensaje, pedían a las generaciones futuras que cuidaran la catedral, que la amaran y la protegieran. Decían que la catedral era el símbolo de su fe, su esperanza, su amor por la ciudad.

Regresé a la catedral con una nueva perspectiva. Ahora entendía por qué era tan importante para la ciudad. No era solo un edificio hermoso, era un testimonio de la fe y la perseverancia de sus habitantes. Era un lugar sagrado donde las personas podían encontrar paz y consuelo. Decidí dedicar mi vida a preservar la historia de la catedral. Quería compartir mis conocimientos con los demás, para que también pudieran apreciar su valor. Empecé a dar visitas guiadas, contando las historias de los arquitectos, los canteros, los artistas, los fundadores de la ciudad. Vi en los ojos de las personas el asombro y la admiración que yo sentía por la catedral. Comprendí que la catedral no era solo un monumento del pasado, sino también una fuente de inspiración para el futuro.

La catedral de Santiago, un viaje en el tiempo que me conectó con mis raíces y me enseñó el valor de la historia. Un lugar donde el pasado y el presente se unen, un faro de esperanza para el futuro. La catedral sigue siendo el corazón de la ciudad, un símbolo de fe, comunidad y amor. Y yo, Sofía, seguiré contando su historia, para que nunca sea olvidada.

Quiz

¿En qué año comenzó la construcción de la Catedral de Santiago?

¿Qué trabajo desempeñaban los canteros en la construcción de la catedral?

¿Qué descubrió Sofía en la cripta secreta debajo de la catedral?