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Intermediate2024-11-15

El río que susurra historias

Un viaje a través de los recuerdos ocultos

El río que susurra historias
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Era una mañana brumosa cuando Clara llegó al río. Las aguas brillaban bajo el tenue sol, pero algo más brillaba: el río parecía hablarle, susurrando secretos de lo que había visto a través de los años. Clara tenía diez años y últimamente se sentía sola. Sus amigos jugaban a su alrededor, pero había días en que el vacío en su corazón era demasiado grande. En el jardín de su casa, sus abuelos contaban historias de tiempos pasados, pero a ella siempre le habían parecido lejanas, como un eco distante.

Hoy, sin embargo, todo era diferente. Clara se acercó a la orilla. El sonido del agua al fluir era hipnotizante. Se sentó en una roca y cerró los ojos, permitiendo que el murmullo del río llenara su mente. Entonces, como si el río supiera lo que sentía, empezó a contarle una historia.

Al abrir los ojos, Clara vio algo brillante en el agua. Se inclinó y recogió una pequeña piedra. Era una piedra lisa y blanca, casi transparente. En ese momento, Clara sintió que la piedra estaba conectada con el río, como si llevase dentro de ella todos los cuentos que el agua conocía. Decidida a descubrir el misterio, Clara tomó la piedra y se levantó. Ella decidió seguir al río, sintiendo que sus suaves murmullos la guiaban.

A medida que caminaba, Clara empezó a imaginar lo que el río había presenciado. Imaginó a los viajeros errantes, a los animales bebiendo del agua y a las familias que una vez habían vivido cerca de su corriente. Cada paso que daba era un paso hacia el pasado. El río era un testigo silencioso de la vida.

Al poco tiempo, Clara vio algo más. Había una pequeña cabaña a la orilla del río. La madera estaba desgastada y cubierta de musgo. Clara sintió una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Decidió acercarse. En la puerta, encontró un anciano de barba blanca, con ojos que brillaban como el río en la mañana. Él las observaba con una sonrisa amable.

"Hola, pequeña. ¿Qué te trae al río?" preguntó el anciano, su voz tan suave como el murmullo del agua. Clara miró la piedra en su mano y dijo: "El río me habló. Quiero escuchar sus historias."

El anciano asintió, comprendiendo su deseo. "El río tiene muchos cuentos, pero no todos son alegres. Algunos son tristes, otros son sobre amor y esperanza. Lo más importante es que tú los escuches con el corazón."

Clara se sentó en una roca cerca del anciano, quien comenzó a contarle sobre un príncipe que había perdido su reino y que se había escondido en el bosque que bordeaba el río. Mientras él hablaba, Clara podía imaginar al príncipe, reflejado en las aguas del río, buscando esperanza entre los árboles.

La historia continuó, cada palabra conectando a Clara con el pasado. La creatividad del anciano la envolvió, y el río se convirtió en un puente entre lo que era y lo que había sido. Ella preguntó más y más sobre las vidas que había tocado el río, y él respondió con pasión y amor.

Mientras el sol se ocultaba tras las montañas, Clara se dio cuenta de que cada historia era un hilo que tejía el tapiz de su vida. El río no solo era un cuerpo de agua; era un narrador, un guardián de recuerdos olvidados. Y en ese instante, Clara prometió volver al río y escuchar más. Había tantos relatos esperando ser descubiertos.

El anciano sonrió al ver la luz en los ojos de Clara. "Recuerda, pequeña, a veces escuchar es más importante que hablar. Las historias necesitan oídos que las entiendan." Clara asintió, sintiendo que su vida se llenaba de nuevas posibilidades.

Así, el río susurraba historias, y Clara, la nueva oyente, se convirtió en parte de ese mundo mágico donde cada susurro era un recuerdo, y cada recuerdo, una nueva historia en su propia vida. Cada día durante la semana siguiente, Clara regresó al río. Cada vez que llegaba, el anciano la esperaba con una nueva historia. Hablaba de las leyendas de los pueblos que florecieron junto al río, de las risas de los niños que jugaban en la orilla, y de las lágrimas de aquellos que amaban y perdían. Clara escuchaba con atención, absorbiendo cada palabra como si fueran rayos de sol que iluminaban su alma.

Un día, el anciano le contó la historia de una joven llamada Lila que había tenido que dejar su hogar debido a una tormenta. "Ella se sentó al borde del río y lloró, sintiendo que todo lo que conocía se desvanecía. Sin embargo, el río le habló, le dijo que después de la tormenta siempre llega la calma, y que las oportunidades siempre aparecen como un nuevo amanecer. Gracias a esas palabras, Lila decidió seguir adelante con esperanza."

Clara sintió emoción. Comprendía a Lila. También había tenido días en los que sentía que el mundo era pesado.

"¿El río siempre habla así?" preguntó Clara con curiosidad. El anciano sonrió y asintió. "Sí, pero solo a quienes están dispuestos a escuchar. Siempre hay mensajes esperando ser escuchados, incluso en los días más oscuros."

Clara reflexionó sobre esto. Mientras se acomodaba en su roca favorita, sintió que el río parecía cobrar vida; las aguas fluían más rápidamente, y el murmullo se convirtió en una melodía suave. En esos momentos, ella pensaba en lo que había aprendido. Cada historia que escuchaba del anciano era una luz que iluminaba su camino en la vida, dándole fuerza para enfrentar la soledad que a veces sentía.

Tras varias visitas, Clara un día se dio cuenta que ella también tenía historias que contar. Se sentía inspirada por el río y por el anciano. Entonces decidió compartir sus pensamientos. "¿Puedo contar una historia también?" preguntó tímidamente. El anciano sonrió nuevamente, asintiendo. "Por supuesto, pequeña. A veces, tus propias historias pueden ser las más poderosas. Y el río las escuchará."

Clara pensó y pensó. Entonces comenzó a relatar una historia sobre un día en que decidió construir una cabaña en el jardín de su casa. Habló sobre cómo cada tablón tenía un significado, y cómo había puesto pequeñas piedras del río en los muros para recordar siempre la conexión con su hogar. El anciano la escuchaba con atención, con una sonrisa en su rostro. Cuando terminó, Clara sintió una gran alegría. Sabía que, al compartir su historia, también había comenzado a sanar un poco de su soledad.

A medida que los días se volvían semanas, el vínculo entre Clara y el anciano creció. Él le enseñó que el río no solo guardaba historias de otros, sino que también tenía espacio para las suyas. Al mirar hacia el horizonte, Clara sabía que el río siempre estaría ahí, listo para susurrar nuevas historias y escuchar las suyas.

En una de las visitas finales, antes de que el invierno cubriera todo, Clara llevó al anciano una pequeña piedra adornada con flores. Era un regalo de agradecimiento. "Gracias por enseñarme a escuchar y a contar. Me has ayudado a encontrar mi voz."

El anciano la miró con afecto. "Esa voz siempre estuvo dentro de ti, solo necesitabas un río para recordarte su poder. Recuerda, cada persona tiene su historia, y cada historia merece ser contada." Con esas palabras, Clara se despidió, sintiendo que el río llevaba incluso el eco de su propia vida.

Finalmente, el invierno llegó, y las nieves cubrieron el paisaje. Aunque el río estaba cubierto, Clara sabía que las historias siempre existirían, ocultas bajo la superficie. Prometió volver cuando el sol regresara y todo resplandeciera nuevamente.

Como los meses pasaron, Clara nunca olvidó al anciano ni las lecciones del río. Al crecer, se convirtió en escritora y sus obras estaban llenas de historias que había aprendido. Comprendió que las palabras tienen el poder de conectar a las personas, de compartir su soledad y alegrías. Aunque nunca vio al anciano de nuevo, sabía que, de alguna manera, siempre estaría a su lado.

Y así, el río que susurra historias continuó fluyendo, llevando consigo la vasta sabiduría de todos aquellos dispuestos a escuchar. La vida es una serie de relatos, y cada uno de nosotros puede encontrar su lugar en este inmenso tapiz. Todos somos parte del río, y el río siempre estará allí para nosotros, taciturno y sabio, esperando a que lo escuchemos y reconozcamos nuestras propias historias entre sus murmullos.

Quiz

¿Qué vio Clara al acercarse al río por primera vez?

¿Qué le enseñó el anciano a Clara sobre las historias?

¿Cuál fue la promesa de Clara al final de la historia?