El mar y la playa
Una dia en la playa

El mar es grande y azul. Las olas cantan suaves canciones. El sol brilla y calienta la arena. Caminar en la playa es un placer. Se siente el calor en los pies. La arena es suave y dorada. Al llegar, el aire huele a sal. Este olor trae recuerdos. Recuerdos de risas y juegos. Cuando yo era niño, mi familia y yo Ăbamos a la playa. AllĂ, siempre habĂa alegrĂa.
En la playa, hay muchos colores. La arena es dorada. El mar es azul. El cielo es claro y brillante. A la orilla del mar, hay conchas pequeñas. Algunas son blancas, otras son rosadas. Las gaviotas vuelan alto. Su canto es alegre. Me gusta mirar las olas. Las olas llegan y se van. Al tocar mis pies, el agua es frĂa y refrescante. A veces, juego en el agua. Salto las olas con risas.
Hoy, miro el mar desde la arena. Me siento en un lugar especial. Cambia todo con el tiempo. La playa está llena de gente. Hay niños que juegan con sus juguetes. Hay parejas que caminan de la mano. Las familias hacen picnics. Pero mis ojos están en el mar. Espero sentir el abrazo de las olas.
En el horizonte, el sol empieza a caer. Refleja colores anaranjados, rosas y dorados. Se ve hermoso. Me gusta estar aquĂ, en este momento. Mis pensamientos se van hacia mis recuerdos. Recuerdo a mi madre. Ella me enseñó a nadar en este mar. Ella decĂa: "El mar es amigo, pero tambiĂ©n es fuerte".
DecidĂ hablar con las olas. "Hola, olas. ÂżRecuerdan a mi madre? Ella sonreĂa cuando jugaba aquĂ. Ustedes son parte de mis recuerdos", dije en voz baja. Cada ola que llega parece responder. Me siento en paz. Son recuerdos llenos de amor. Al mirar de nuevo, veo a un niño construyendo un castillo de arena. Sus manos trabajan rápido. DespuĂ©s de un rato, el castillo brilla al sol.
Mi mente viaja de nuevo. Recuerdo un dĂa en la playa, cuando hice un castillo gigante. TenĂa torres y un foso. Estuve muy feliz y mi madre me ayudĂł. Ella trajo conchas para decorar el castillo. Juntos, reĂmos mucho. Pero el mar vino sigilosamente y lo destruyĂł. Las olas fueron fuertes y mi castillo desapareciĂł. Pero no estaba triste. Aquel dĂa fue mágico. Mi madre me dijo: "El mar siempre regresa a llevarse lo que ama".
Siento la arena tibia bajo mis brazos. La brisa suave acaricia mi rostro. Todo el mundo está alegre. Pero yo miro hacia el mar. El mar es un poema. Hoy, las olas susurran secretos ocultos. Mi corazĂłn late fuerte. Siento la energĂa del mar. Regreso a mis recuerdos, momentos felices con mi familia. La playa es un lugar especial. Siempre recordarĂ© este abrazo del mar. AquĂ, todo es hermoso y simple. Mi alma se llena de paz. Al dejar la playa, estoy agradecido por estos momentos. La arena y el mar siempre serán parte de mĂ, de mis sueños y mis recuerdos. Al continuar mirando el mar, las olas parecen contar historias. Cada ola que llega trae consigo un antiguo recuerdo. Pienso en la primera vez que vi el mar. Era un dĂa brillante. TenĂa cinco años y todo era nuevo. La arena se pegaba a mis pies y las olas me llamaban. Corriendo hacia el agua, gritĂ© de felicidad. Mi padre me levantĂł y me lanzĂł al ocĂ©ano. SentĂ el frĂo del agua, pero tambiĂ©n la calidez de su abrazo. El mar era inmenso, lleno de posibilidades y sueños. Mi familia estaba a mi lado. Todos reĂan y gritaban de alegrĂa.
A la derecha, observa un grupo de amigos en la orilla. RĂen y juegan con una pelota. La pelota vuela en el aire, como un pájaro juguetĂłn. Recuerdo que en esos dĂas, tenĂa amigos con quienes compartĂa risas. HacĂamos competencias para ver quiĂ©n saltaba más alto sobre las olas. En cada salto, habĂa pequeñas victorias. TambiĂ©n habĂa momentos de caĂda y risa. El mar siempre estuvo ahĂ, observando y apoyando nuestros juegos. Es un testigo silencioso de la felicidad.
Al mirar hacia el lado izquierdo, veo una familia haciendo un picnic. La manta está llena de frutas frescas y bocadillos. El olor de la sandĂa es dulce. Recuerdo mis picnics con mi familia. Disfrutábamos de sándwiches y jugo. DespuĂ©s de comer, jugábamos a buscar conchas en la playa. Las conchas eran tesoros. Cada una tenĂa su historia. Algunos dĂas, encontrábamos estrellas de mar. Eran suaves y frĂas al tacto.
En el centro de la playa, veo a unos niños que juegan en un laberinto de juegos inflables. Brincan y gritan, llenos de energĂa. Me recuerda a mis dĂas de niño, cuando corrĂa con mis amigos en la playa. A veces, me sentĂa como un hĂ©roe en una gran aventura. El mar era nuestro reino y nosotros Ă©ramos valientes exploradores.
Bajo el sol que ahora está más bajo, me encuentro imaginando esos veranos pasados. Los dĂas eran largos y llenos de luz. Las palmeras se movĂan con el viento, como si bailaran. La mĂşsica del mar llenaba el aire. En cada ola, escucho risas lejanas. Mi corazĂłn se llena de nostalgia. Quiero tocar esos momentos nuevamente. La playa es un lienzo donde cada recuerdo se pinta.
Mientras el cielo se oscurece, siento la temperatura bajar. La arena todavĂa está tibia, pero el aire fresco trae un cambio. Las luces de las casas cercanas se encienden. Las sombras comienzan a crecer. En la distancia, veo faros iluminando el camino de los barcos. Todo se siente mágico, como un cuento de hadas donde el mar y la tierra se abrazan.
Finalmente, me levanto de la arena. Camino lentamente hacia el camino que lleva a mi casa. La brisa marina juega con mi cabello, como si el mar me dijera adiĂłs. «No te olvides de mĂ», parece decir. Prometo recordar cada momento, cada risa, cada encuentro con las olas.
Mientras me alejo, miro hacia atrás y veo cĂłmo el mar brilla bajo la luz de la luna. El mar siempre está ahĂ. Siempre será un refugio de felicidad y nostalgia. Cada dĂa en la playa trae nuevas historias y recuerdos. El mar y la playa son más que lugares. Son parte de nuestra vida, de nuestras memorias. Y siempre serán un canto suave en mi corazĂłn.