La sirenita
Una Aventura Bajo el Mar

¿Las sirenas existen? Mucha gente piensa que las sirenas son solo un cuento. Piensan que son imaginarias, como los dragones o los unicornios. Pero, ¿es esto verdad? Hoy, vamos a descubrir la historia de una sirenita muy especial. Esta historia nos mostrará que a veces, la magia está donde menos la esperamos.
HabÃa una vez, en un océano azul y profundo, una sirenita llamada Marina. Marina no era como las otras sirenas. Ella tenÃa el pelo rojo brillante como el coral y ojos verdes como las algas marinas. A Marina le encantaba explorar. Siempre nadaba lejos de su casa, buscando aventuras.
Un dÃa, nadando cerca de un barco hundido, Marina encontró un objeto brillante. Era un tenedor de plata. Marina nunca habÃa visto algo asÃ. Ella pensó: "¡Qué interesante! ¿Para qué servirá esto?". Las otras sirenas usaban conchas como peines, pero Marina decidió que el tenedor serÃa su nuevo peine. Se peinó el pelo rojo con el tenedor, sonriendo.
Mientras Marina se peinaba, escuchó una voz. "¡Hola! ¿Quién eres tú?" Marina se asustó. Miró a su alrededor y vio a un pez pequeño y amarillo. El pez tenÃa grandes ojos y una sonrisa amigable. "Me llamo Pipo", dijo el pez. "¿Y tú?"
"Me llamo Marina", respondió la sirenita. "¿Qué haces aqu�"
"Estaba explorando y te vi con ese… ¿qué es eso?", preguntó Pipo, señalando el tenedor.
"Es un… ¡peine!", dijo Marina, muy orgullosa. "Lo encontré en el barco hundido".
Pipo nadó alrededor del tenedor, mirándolo con curiosidad. "Nunca he visto un peine asÃ. Los humanos usan cosas muy raras".
"¿Humanos?", preguntó Marina. "¿Quiénes son los humanos?"
"Son criaturas que viven en la tierra, arriba del agua", explicó Pipo. "Tienen piernas en lugar de colas y respiran aire, no agua".
Marina se quedó pensando. Siempre habÃa escuchado historias sobre los humanos, pero nunca habÃa conocido a nadie que los hubiera visto. "Quiero ver a un humano", dijo Marina con determinación.
Pipo se sorprendió. "¡No, Marina! Es peligroso. Los humanos no entienden a las sirenas. Pueden ser malos".
Pero Marina era una sirenita muy curiosa y valiente. No escuchó a Pipo. "Voy a ir", dijo. "Solo quiero verlos de lejos".
Y asÃ, Marina y Pipo comenzaron su aventura hacia la superficie del océano. Nadaron y nadaron, pasando por jardines de coral y bosques de algas. Pipo siempre estaba preocupado, mirando a su alrededor para asegurarse de que no hubiera peligro. Marina, en cambio, estaba muy emocionada, cantando canciones y jugando con las olas.
Después de nadar mucho tiempo, llegaron a un lugar donde el agua era más clara y brillante. Marina podÃa ver la luz del sol brillando en la superficie. "¡Estamos cerca!", exclamó Marina, nadando más rápido.
Pipo la siguió, nadando con dificultad. "Marina, por favor, ten cuidado", dijo con voz temblorosa.
Cuando llegaron a la superficie, Marina se asomó con cuidado. Vio un gran barco de madera. HabÃa personas caminando en el barco. ¡Eran humanos! Marina nunca habÃa visto algo asÃ. Eran altos y tenÃan ropas extrañas. Uno de ellos estaba tocando un instrumento musical. La música era hermosa y alegre.
Marina se escondió detrás de una ola, observando a los humanos. Estaba fascinada. Uno de los humanos, un joven con el pelo rubio y ojos azules, se acercó al borde del barco. Miró hacia el agua, sonriendo. Marina sintió algo extraño en su corazón. Nunca habÃa sentido algo asà antes.
De repente, el joven resbaló y cayó al agua. ¡Estaba en problemas! No sabÃa nadar y se hundÃa rápidamente. Marina no dudó. Sin pensarlo dos veces, nadó hacia el joven y lo agarró con sus brazos fuertes. Lo llevó a la superficie y lo mantuvo a flote.
El joven tosió y abrió los ojos. Miró a Marina con sorpresa. "¿Quién eres tú?", preguntó con voz débil.
Marina no sabÃa qué decir. Ella no podÃa hablar el idioma de los humanos. Solo lo miró con sus grandes ojos verdes. El joven sonrió. "Gracias", dijo. "Me has salvado la vida".
Marina sintió una conexión con este joven. QuerÃa ayudarlo, pero sabÃa que no podÃa quedarse mucho tiempo. Los otros humanos en el barco la verÃan y podrÃan asustarse. Asà que, con un último vistazo al joven, Marina se sumergió en el agua y nadó de regreso a las profundidades del océano. Pipo la siguió, aliviado de que estuviera a salvo. Pero Marina sabÃa que nunca olvidarÃa al joven humano que habÃa salvado. Y esta era solo el comienzo de su aventura. De vuelta en el océano, Pipo miró a Marina con preocupación. "Marina, ¡eso fue muy peligroso! ¿Qué pensabas?", preguntó Pipo.
Marina sonrió. "TenÃa que ayudarlo, Pipo. Estaba en peligro."
"Pero, ¿y si te hubieran visto?", insistió Pipo. "Los humanos podrÃan haberte lastimado."
"No lo sé, Pipo. Pero no podÃa dejar que se ahogara", dijo Marina.
Durante los siguientes dÃas, Marina no podÃa dejar de pensar en el joven humano. Se preguntaba cómo estarÃa. ¿EstarÃa bien? ¿Se acordarÃa de ella?
Un dÃa, Marina decidió que tenÃa que verlo de nuevo. "Pipo, voy a volver a la superficie", dijo Marina.
Pipo suspiró. "Marina, eres muy terca. Pero no te dejaré ir sola".
Y asÃ, Marina y Pipo regresaron al lugar donde habÃa estado el barco. Pero el barco no estaba allÃ. El océano estaba tranquilo y vacÃo.
Marina se sintió triste. Pensó que nunca volverÃa a ver al joven humano. De repente, escuchó una voz familiar.
"¿Hola? ¿Hay alguien ah�"
Marina reconoció la voz. ¡Era el joven humano! Estaba en la playa, buscando algo. Marina nadó hacia la orilla y se asomó.
El joven la vio y sus ojos se iluminaron. "¡Eres tú!", dijo. "¡La sirenita que me salvó!"
Marina no podÃa hablar, pero sonrió. El joven se acercó a ella y le extendió la mano. Marina dudó, pero luego tomó su mano. Sus manos se tocaron y sintió una corriente eléctrica.
"Me llamo Erik", dijo el joven. "¿Cómo te llamas tú?"
Marina no podÃa decirle su nombre, asà que señaló una concha en la arena. Erik entendió. "¿Te gusta esta concha? Es muy bonita", dijo Erik.
Erik y Marina pasaron mucho tiempo juntos en la playa. Erik le contaba historias sobre el mundo de los humanos, y Marina le contaba historias sobre el mundo del océano. Aunque no podÃan hablar el mismo idioma, se entendÃan perfectamente.
Pero Marina sabÃa que no podÃan estar juntos para siempre. Ella era una sirena y él era un humano. VivÃan en mundos diferentes.
Un dÃa, Marina le dijo a Erik que tenÃa que irse. Erik se puso muy triste. "No quiero que te vayas", dijo Erik. "Te amo, Marina."
Marina sintió que su corazón se rompÃa. Ella también amaba a Erik, pero sabÃa que no podÃan estar juntos. Con lágrimas en los ojos, Marina se despidió de Erik y se sumergió en el agua.
Erik se quedó en la playa, mirando cómo Marina se alejaba. SabÃa que nunca la olvidarÃa.
De vuelta en el océano, Marina estaba muy triste. Pipo trató de animarla, pero no funcionó. Marina extrañaba mucho a Erik.
Un dÃa, la abuela de Marina la llamó. La abuela era la reina de las sirenas y era muy sabia. "Marina, sé que estás triste", dijo la abuela. "Pero debes saber que el amor verdadero puede superar cualquier obstáculo".
La abuela le contó a Marina sobre una poción mágica que podÃa convertir a una sirena en humana. "Pero debes saber que esta poción es muy peligrosa. Si la tomas, nunca podrás volver a ser una sirena", advirtió la abuela.
Marina pensó mucho en lo que le habÃa dicho su abuela. SabÃa que era una decisión muy importante. Si se convertÃa en humana, podrÃa estar con Erik para siempre, pero nunca volverÃa a ver a su familia y amigos en el océano.
Después de pensarlo mucho, Marina tomó una decisión. Decidió que amaba a Erik más que a nada en el mundo. Fue a ver a su abuela y le pidió la poción mágica.
La abuela le dio la poción a Marina con lágrimas en los ojos. Marina bebió la poción y sintió un dolor muy fuerte. Luego, se desmayó.
Cuando Marina despertó, estaba en la playa. TenÃa piernas en lugar de cola. Era humana.
Erik estaba allÃ, esperándola. Cuando la vio, corrió hacia ella y la abrazó. "¡Marina! ¡Estás aquÃ!", exclamó Erik.
Marina sonrió. "Estoy aquÃ, Erik. Y estaré contigo para siempre."
Y asÃ, Marina y Erik se casaron y vivieron felices para siempre. Marina aprendió a vivir como humana y Erik aprendió a amar el océano. Juntos, crearon un mundo donde los humanos y las sirenas podÃan ser amigos.
FIN