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Beginner2024-12-03

Los amigos salvajes

Una aventura divertida y dramática en el bosque

Los amigos salvajes

Era un día soleado cuando decidí explorar el bosque cerca de mi casa. Siempre he sido curioso. A veces mis amigos dicen que soy un poco loco. Un día, decidí llevar a mis mejores amigos: Juan, María y Luis. Nos encontramos en la entrada del bosque. Todos estaban emocionados. "¡Vamos a encontrar animales salvajes!" grité. Juan reía y decía: "¡Sí! ¡Seremos exploradores!"

Entramos al bosque. El aire era fresco y olía a flores. Escuchamos pájaros cantar y vimos ardillas correr. De repente, Luis dijo: "¡Mira!" Señaló a un arbusto. Todos nos acercamos. En el arbusto había un conejito. Era pequeño y muy lindo.

"¡Quiero tocarlo!" dijo María. Ella se agachó y puso su mano cerca del conejito. Pero el conejito se asustó y salió corriendo. Todos nos reímos. "¡No lo asustes, María!" gritó Juan. María sonrió y dijo: "Lo siento, conejito. No quería asustarte."

Seguimos caminando por el bosque, y de repente escuchamos un ruido fuerte. "¿Qué fue eso?" preguntó Luis con miedo. "Tal vez es un oso salvaje!" dijo Juan. "¡No, no, no!" dije. "No hay osos aquí. Vamos a ver qué es." Todos parecían nerviosos, pero siguieron a mi lado. Nos acercamos al lugar del ruido.

Cuando llegamos, descubrimos que era solo un perro grande, negro y sucio. El perro nos miró con curiosidad. Era amigable. Juan le dijo al perro: "Hola, amigo! ¿Cómo te llamas?" El perro movió la cola y ladró felizmente. Nos sentimos aliviados y empezamos a jugar con él. "¡Vamos a llamarlo Rocky!" sugirió Luis. Todos coincidimos.

Entonces, Rocky decidió correr. "¡Síganlo!" grité. Todos empezamos a correr tras él. Rocky corría muy rápido, pero nosotros éramos más lentos. Pasamos por unos árboles y caímos en un pequeño charco de agua. "¡Ay, no!" exclamó María. Ella estaba mojada de pies a cabeza. Todos empezamos a reír sin parar.

María dijo: "¡Esto es un desastre!" pero su cara estaba llena de sonrisas. "No es un desastre, es una aventura!" respondí. Todos estábamos empapados, pero estábamos muy felices. Entonces, escuchamos un ruido de nuevo.

Esta vez era un fuerte rugido. Todos nos miramos con ojos asustados. "¡Es un oso!" gritó Luis. Pero no era un oso, era Rocky, que estaba ladrando muy fuerte. El perro estaba ladrando porque quería que lo siguiéramos. Exploramos más lejos y encontramos un gran claro en el bosque.

En el claro, había muchas flores y mariposas. "¡Miren esto!" dijo Juan, señalando. Todos miramos. Había un árbol grande y fuerte en medio del claro. Era perfecto para escalar. "Vamos a subir al árbol!" propuse. Todos estaban de acuerdo.

María dijo, "¡Voy primero!" y empezó a subir. Cuando llegó a una rama alta, se sintió muy feliz. "¡Miren, estoy en la cima!" gritó. Todos la miramos con admiración. Pero, de repente, la rama se movió y María perdió el equilibrio. "¡Ay no!" gritó. Pero fue muy rápido y se agarró de otra rama. Todos respiramos aliviados. Luego, Luis quiso intentar escalar. Pero él no era tan ágil como María, y cayó en el suelo. "¡Eso duele!" dijo mientras todos reíamos.

La tarde pasó rápido. Nuestros amigos se caían y se reían. Finalmente, decidimos que era hora de volver a casa. Mientras regresábamos, Rocky nos siguió. Era un nuevo amigo salvaje. "Este fue el mejor día de mi vida!" dijo Juan. Todos estamos de acuerdo. ¡A veces los mejores amigos son los más salvajes! Mientras regresábamos, decidimos hacer una última parada en un pequeño estanque. El agua brillaba al sol y había muchos patitos nadando. "¡Miren esos patitos!" dijo Luis emocionado. Nos sentamos en una roca a observar. Era un momento tranquilo. María dijo: "Son tan tiernos. Me gustaría llevar uno a casa." Todos nos reímos de la idea. De repente, Rocky decidió correr hacia el estanque. "¡Rocky, no!" grité, pero ya era muy tarde. Rocky saltó y chapoteó en el agua, causando una gran ola. Los patitos se asustaron y comenzaron a nadar rápido. La escena era hilarante. Rocky, felizmente mojado, salió del estanque y nos miró como si dijera: "¿Qué pasó?".

Después de jugar un rato más, tuvimos una idea loca. "Vamos a construir una casa de árboles", dijo Juan. Todos estábamos emocionados. Recogimos ramas y hojas. Luis trató de subir a un árbol para colocar las ramas. Pero casi cae de nuevo al suelo. "Soy un gato, no un hombre de árbol", dijo Luis riendo. Luego, María decidió hacer una puerta, pero se hizo un pequeño lío con las hojas. "¡Esto no es una puerta, es un sombrero!" dijo mientras se lo ponía. Todos nos reímos hasta que nos dolió el estómago. De repente, estaba oscureciendo. Sabíamos que debíamos volver a casa. Aun así, Rocky no quería irse. Se quedó dando vueltas alrededor de nosotros, ladrando felizmente.

"Rocky puede venir con nosotros", propuse. Todos estuvieron de acuerdo. Así que salimos del bosque, llevando a nuestro nuevo amigo salvaje con nosotros. Cuando llegamos a la entrada de mi casa, nuestras mamás ya estaban esperándonos. "¿De dónde vienen? Están todos mojados y llenos de tierra!" exclamó la mamá de María. Todos nos miramos y empezamos a contarle nuestra aventura. Contamos sobre el conejo, el perro, la casa en el árbol, y los patitos. Las mamás escuchaban con rostros sonrientes mientras hacían preguntas.

"¡Y luego Rocky salió corriendo y saltó al estanque!" dije, mientras todos reían. Las mamás decidieron que necesitábamos un baño y un bocadillo. Pero antes de irnos, miré a Rocky y dije: "Eres un amigo increíble. Eres un amigo salvaje, y eso es lo mejor!".

Entonces, nos separamos. Prometimos tener otra aventura muy pronto, porque cada uno se sentía como un verdadero explorador. Caminamos a nuestras casas, pensando en el día increíble que habíamos tenido juntos. “Después de todo, los mejores momentos son los que pasamos con nuestros amigos, incluso si son un poco salvajes”, reflexioné mientras caminaba.

Quiz

¿Qué animal encontraron los amigos al principio de su aventura?

¿Qué decidieron hacer con el perro que encontraron?

¿Cómo terminó la aventura en el bosque?