Mis actores y actrices favoritos

Cuando era niño, pasaba muchas tardes viendo televisión. Mi programa favorito era una serie de comedia que siempre me hacía reír. Los actores eran geniales, y me encantaba ver sus caras divertidas y escuchar sus voces. Recuerdo que un día, mi madre entró a la sala y me encontró riendo a carcajadas. Ella sonrió y se sentó a mi lado. “¿De qué te ríes tanto?”, me preguntó. Le dije que era por un chiste que hizo el actor principal. Ella también empezó a reírse. A partir de ese momento, mi madre y yo empezamos a ver juntos esa serie cada semana. Me di cuenta de que los actores no solo eran personas en una pantalla. Eran como amigos.

Había un actor que se llamaba Javier. Javier era un tipo muy divertido. Tenía una risa contagiosa y siempre hacía comentarios graciosos. También había una actriz llamada Lucia. Ella era inteligente y siempre decía las cosas correctas. Me gustaba cómo se veía; tenía una sonrisa bonita y unos ojos que brillaban. Cuando los veía, sentía que todo estaba bien. Cada vez que ellos aparecían en la pantalla, yo sonreía. No podía dejar de mirar. La serie me hacía sentir feliz, y así mis tardes eran mágicas.

Además de esta serie, también me gustaban las películas de aventuras. Recuerdo una película en particular que vi con mi padre. Era sobre un héroe que debía salvar el mundo. El héroe era un actor llamado Diego. Diego era muy valiente en la película. Él luchaba, corría y siempre encontraba la manera de ganar. Mi padre y yo estábamos muy emocionados. Después de la película, mi padre me dijo: “Quiero ser como Diego”. Yo sonreí y dije: “Yo también quiero ser como él”.

Con el tiempo, empecé a conocer más sobre estos actores y actrices. Aprendí que no solo actuaban, sino que también hacían mucho más. Algunos participaban en obras de teatro o en películas de otro tipo. Me gustaba ver entrevistas donde hablaban sobre su trabajo. Javier decía que siempre quería hacer reír a la gente. Lucia, por su parte, decía que le gustaba contar historias importantes.

Los años pasaron, y yo seguí viendo sus programas y películas. A veces hablaba con amigos sobre mis actores favoritos. Uno de mis amigos se llamaba Carlos. Carlos también amaba a Javier. Decíamos que Javier era el mejor comediante del mundo. Hablábamos de sus mejores chistes y a veces intentábamos imitarlo. Siempre nos hacíamos reír.

Los fines de semana, Carlos y yo organizábamos noches de películas. Elegíamos las mejores películas de nuestros actores favoritos. Comprábamos pipas de maíz y refrescos. Era muy divertido. A veces incluso llamábamos a amigos y hacíamos una fiesta en casa. Todos juntos disfrutábamos de ver a Javier y Lucia en la pantalla.

Recuerdo un día en especial. Era día de mi cumpleaños, y mi madre organizó una fiesta. Ella invitó a mis amigos, pero también había una sorpresa. Ella había conseguido autógrafos de Javier y Lucia. Cuando me lo contó, no pude creerlo. Era el mejor regalo que podía recibir. Me sentí como si estuviera en un sueño.

La noche de esa fiesta, todos mis amigos estaban emocionados. Mostramos los autógrafos y les conté de mis recuerdos favoritos de Javier y Lucia. La risa y la alegría llenaron la casa. En esos momentos, comprendí cuán importante era el arte de estos actores en mi vida. No solo me hacían reír, sino que también unían a las personas.

Ahora, cada vez que veo alguna película de ellos, recuerdo aquellos días llenos de risa, películas y la felicidad de ser niño. Los actores y actrices se convirtieron en parte de mi historia. Ellos me enseñaron a disfrutar de la vida y a ver el mundo con alegría. Al pasar los años, mis gustos empezaron a cambiar, pero mi amor por Javier y Lucia nunca se fue. Conocí nuevos actores, pero los recuerdos de mis días viendo a Javier en la televisión son inolvidables. Recuerdo que un verano, vi una película nueva de Javier. Era una comedia romántica, y aunque la trama era simple, la manera en que él actuaba me hizo reír sin parar. Cada broma, cada mirada, todo era perfecto. Me senté en la sala, con mi familia, y reímos juntos. Era como volver a esos días mágicos de la infancia. Casi podía escuchar la risa de mi madre a mi lado, y eso me hacía feliz.

Cada vez que veía una nueva comedia de Javier, sentía mariposas en el estómago. ¡Era como esperar el nuevo episodio de mi serie favorita! A veces, me imaginaba cómo sería conocerlo en persona. Pensaba en lo que le diría, quizás algo como: “¡Eres el mejor! Haces reír hasta a los más tristes”. Me gustaba pensar que podría ser amigo de un actor tan genial.

Con Lucia, la historia era diferente. Ella comenzó a hacer papeles en películas dramáticas. Me dio curiosidad ver su nuevo estilo. Recuerdo que vi una película donde ella hablaba sobre la vida y los sueños. Era tan profunda, y su actuación me hizo pensar en muchas cosas. La manera en que ella compartía emociones me inspiró a seguir mis sueños también. Quería ser como ella y contar historias que gocen los corazones de las personas.

En varios momentos, intenté hacer mis propios videos. A veces, grababa pequeñas escenas en casa. Invitaba a Carlos y hacíamos sketches muy divertidos. Reíamos mucho y a veces nos imaginábamos como esos actores. Era como ser parte de su mundo, aunque solo fuera un rato.

Un día, decidí que quería hacer un proyecto especial. Llamé a mis amigos y les dije que quería contarles sobre mis actores y actrices favoritos. Organizamos una noche de talentos. Cada uno tuvo la oportunidad de hablar de su actor o actriz favorito. Fue maravilloso escuchar las historias de los demás. Uno de mis amigos eligió a una actriz de acción y dijo que quería ser fuerte como ella. La risa y la emoción estuvieron en el aire todo el tiempo.

Pasaron los años y seguí con la tradición de ver películas. A veces, pasaba las tardes solo, mirando viejas comedias de Javier, recordando las risas y los buenos tiempos. Me di cuenta que aunque crecí, la risa y la alegría que esos actores me dieron nunca se desvanecieron. Me mostraron el poder de la comedia y la importancia de relatar historias en nuestras vidas.

Hoy, cuando recuerdo esos momentos, me siento agradecido. Me enseñaron a valorar el arte, a ver la vida con esperanza y a rodearme de personas que me hacen feliz. Mis actores y actrices favoritos no son solo parte de mi historia, son parte de mi corazón. Cuando compartimos risas, contamos historias juntos, y esas memorias nunca se olvidan.

En conclusión, los actores y actrices de mi infancia me enseñaron algo muy valioso. Ellos me mostraron que el arte puede conectar a las personas, independientemente de la edad o el tiempo. Gracias a su trabajo, aprendí a ver el humor en la vida y la belleza de las historias. Por eso, siempre llevaré en mi corazón esas risas de mi niñez y el amor por mis actores favoritos. Su legado vive en mí, y cada vez que los veo, me devuelven a esos momentos felices, recordándome la magia que tienen las historias y las risas.