Pintura con los dedos
Una aventura colorida
Hoy quiero contarles sobre una aventura divertida que tuve una vez. Era un dĂa soleado y mi amigo Pablo vino a mi casa. TenĂamos un montĂłn de papeles y pinturas, pero no eran pinturas normales. ¡Eran pinturas para usar con los dedos! Pablo dijo que podrĂamos hacer arte sin pinceles. Yo pensĂ© que serĂa muy divertido.
Nos sentamos en el suelo de mi sala. Colocamos un gran papel blanco y abrimos los botes de pintura. HabĂa rojo, azul, amarillo y verde. ¡QuĂ© colores tan bonitos! MirĂ© a Pablo y vi que sonreĂa. Él dijo, "Vamos a hacer algo increĂble". Yo no sabĂa quĂ© hacer, pero eso estaba bien. DecidĂ explorar las posibilidades.
Primero, metĂ mi dedo en el color rojo. Era brillante y vivaz. MirĂ© el papel y pensĂ© en un sol enorme. AsĂ que dibujĂ© un cĂrculo grande. Pero, espera, el cĂrculo no es un sol. Solo es un cĂrculo rojo. DecidĂ que el cĂrculo necesitaba rayos. AsĂ que con mi dedo, dibujĂ© lĂneas alrededor del cĂrculo. Bien, ¡tenĂa un sol ahora! Pablo me mirĂł y dijo que era genial. Pero luego me preguntĂł: "ÂżY si el sol tiene amigos?".
Eso me hizo pensar. ÂżQuĂ© amigos tiene el sol? Tal vez, ¡las estrellas! Pero las estrellas son diferentes. Tienen formas raras. AsĂ que tomĂ© el color amarillo y usĂ© mi dedo para hacer algunas estrellas en el cielo. Eran solo manchas de color, pero imaginĂ© las estrellas brillantes. Pero, esperen, ÂżdĂłnde está el cielo? Solo habĂa una hoja blanca con un sol y algunas manchas. AsĂ que decidĂ que necesitaba el color azul.
TomĂ© el azul y lo pasĂ© con mis dedos. ¡Wow! Ahora el papel tenĂa un cielo enorme. ¡Me encantaba! Pero habĂa un problema. El cielo era azul y el sol estaba en el papel, pero no habĂa tierra. Sin tierra, el sol se sentĂa solo. MirĂ© a Pablo, quien estaba con su dedo en el color verde. Él sonriĂł y dijo: "Vamos a hacer un jardĂn".
AsĂ que tomĂ© el verde y dibujĂ© algunas lĂneas. ÂżEran plantas? ÂżEran árboles? No estaba seguro. Pero el verde hacĂa todo más bonito. Luego, Pablo tomĂł su dedo y usĂł el color amarillo para hacer flores. Las flores eran redondas y alegres. Robábamos un poco de color de un lado al otro. HabĂa momentos en los que el papel parecĂa un arcoĂris.
Mientras pintábamos, empezamos a hablar sobre el arte. Pablo dijo que, a veces, el arte no necesita un plan. ÂżEs verdad?, pensĂ©. La pintura estaba cambiando mientras jugábamos. A veces, mis dedos se movĂan solos, y en lugar de pensar, solo sentĂa el color. Era como si los colores tuvieran vidas propias y querĂan ser algo. Tal vez debĂamos ser simplemente creativos y jugar con ellos.
DespuĂ©s de un tiempo, mirĂ© el papel y vi que habĂa mucho. HabĂa un sol, un cielo, un jardĂn y flores. Pero habĂa algo más. Durante el proceso de pintar, habĂa pintado mis manos tambiĂ©n. Mis dedos eran un caos de colores. Me reĂ y le dije a Pablo, "¡Mira! Mis manos son el arte ahora". Él se rio y dijo que eran las manos más coloridas del mundo.
Entonces, empezamos a explorar aĂşn más. Pintamos nuestros brazos, nuestras caras, incluso nuestros pies. La sala se llenĂł de risas y pinturas. Nos olvidamos del papel. Estábamos apenas disfrutando del momento, explorando el arte de una manera nueva y divertida. Mientras estábamos cubiertos de pintura, pensĂ© en algo divertido. ÂżY si pintáramos un monstruo? Un monstruo puede ser mágico y muy divertido. AsĂ que, con mi dedo verde, dibujĂ© una forma extraña con ojos grandes. Era un monstruo feliz, ¡no daba miedo! Pablo, emocionado, dijo: "¡Vamos a hacerle amigos!" UsĂł su dedo azul y pintĂł otro monstruo. Era un monstruo con un sombrero. ¡QuĂ© locura! Todos los colores se mezclaban y creaban más colores. El papel parecĂa un festival.